La premisa de *The Knowledge Gene*, el nuevo libro de Lynne Kelly, se apoya en una intuición que parece latir en lo profundo de la humanidad: la memoria, la música, el arte y la conexión con el entorno no son meras expresiones culturales, sino pilares de lo que significa ser humano. Este libro no solo examina estas actividades como aspectos esenciales de la cultura humana, sino que revela una comprensión sorprendente de cómo la evolución y nuestra genética han potenciado estas habilidades en aras de preservar y transmitir conocimiento a través de miles de generaciones.
La obra presenta una hipótesis fascinante: que existe un “supergen” cuya función es amplificar la capacidad humana para el arte, la memoria y la conexión simbólica, y que ha sido esencial en la construcción de nuestra historia compartida durante más de 70,000 años. Este supergen representa una suerte de herencia ancestral que permite que el conocimiento trascienda el tiempo y las palabras, preservándose en los rituales, las narrativas y la interpretación simbólica.
### La Narrativa como Memoria Viviente
Una de las revelaciones de Kelly es que los humanos poseen un sistema único de memoria y aprendizaje. Contrario al modelo compartimentado del conocimiento occidental, basado en disciplinas y textos, este sistema ancestral es holístico e inmersivo. Las culturas originarias han sabido integrar el conocimiento en el arte, la música y la interpretación, permitiendo que cada aspecto de la vida se convierta en un recordatorio y una enseñanza. En palabras de la Profesora Adjunta Margo Ngawa Neale, este modelo de “conocimiento encarnado” posibilita que se preserven relatos y saberes a lo largo de generaciones sin recurrir a la escritura.
La evidencia arqueológica y antropológica demuestra cómo este sistema ha servido a la humanidad en contextos variados, y Kelly explora cómo aún podríamos beneficiarnos de él hoy. La narrativa no solo estructura y preserva el conocimiento, sino que enriquece la experiencia humana al hacer que el saber sea algo vivo, al que se accede no solo mediante palabras, sino a través de la experiencia sensorial, emocional y comunitaria.
### La Neurodiversidad como Pilar Evolutivo
Otra de las tesis esenciales de *The Knowledge Gene* es que la evolución ha dado lugar a la neurodiversidad como una característica fundamental para el desarrollo de nuestras capacidades cognitivas colectivas. Según Kelly, el hecho de que en todas las poblaciones humanas haya individuos con diferentes configuraciones neurológicas —autismo, dislexia, TDAH, afantasía, entre otras— no es un error de la naturaleza, sino una adaptación valiosa. La variación en la percepción y el procesamiento de información enriquece a la especie al aportar distintas perspectivas, formas de comprensión y habilidades.
Tyson Yunkaporta, experto en sistemas de conocimiento indígena, respalda esta idea al afirmar que, a nivel global, se está consolidando un consenso sobre el valor de esta diversidad cognitiva. Yunkaporta ve en Kelly una figura destacada en esta comunidad de intelectuales que “piensan con sus manos, pies, hogares y corazones”, integrando el saber en la vida misma. Desde esta óptica, el conocimiento no se limita al cerebro humano, sino que se extiende a través del cuerpo, el entorno y las relaciones, formando un “yo extendido” que conecta el pasado con el presente.
### El Arte y la Música: Genes del Conocimiento en Acción
Kelly examina la función de la música y el arte no solo como expresiones culturales, sino como mecanismos biológicos para la transmisión de conocimiento. A lo largo de los siglos, estas disciplinas han servido como vehículos para codificar y conservar información compleja en formas que la memoria humana puede procesar y recuperar fácilmente. La música, por ejemplo, refuerza la memoria a través de patrones rítmicos y melódicos, mientras que las artes visuales encapsulan conceptos simbólicos y narrativas que permiten el acceso a significados profundos y compartidos.
Como destaca la Dra. Anita Collins, este enfoque nos lleva directamente a nuestras aulas contemporáneas, donde la música y el arte pueden enriquecer el aprendizaje y promover una experiencia educativa más alineada con la condición humana. Si aceptamos que estas disciplinas son “genes de conocimiento” en acción, podríamos revalorizar su papel en la educación, reconociendo que, más allá de su valor estético, constituyen una forma de aprender y recordar que conecta con la esencia humana.
### Una Llamada a Redescubrir Nuestra Humanidad
En un mundo en el que el conocimiento tiende a fraccionarse en categorías y disciplinas aisladas, *The Knowledge Gene* invita a una reconexión con un modo de aprendizaje integral, que trasciende el lenguaje escrito y nutre la identidad colectiva. Este “supergen” descrito por Kelly, que combina elementos de arte, música y memoria, podría ser la clave para recordar cómo aprender de la manera en que la naturaleza nos diseñó para hacerlo.
La obra de Kelly es a la vez un mapa y un llamado a la acción. En palabras de Nelson Dellis, campeón de memoria, *The Knowledge Gene* presenta un argumento convincente sobre el valor irrenunciable de las artes para el desarrollo humano y el bienestar social. Esta comprensión renovada de nuestra herencia cultural nos insta a preservar y revitalizar estos saberes, tanto en las aulas como en la vida cotidiana, para fortalecer el sentido de comunidad y pertenencia que, en última instancia, define nuestra humanidad.
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