19/abr/2010 Correo Farmacéutico. 2010
Ventajas e inconvenientes de la psicoterapia asistida por ordenador como una alternativa al tratamiento profesional.
Resumen
Algunos países europeos como Inglaterra cuentan con un complemento profesional para atender la demanda provocada por la falta de profesionales y la saturación de los servicios psiquiátricos. Se trata de la psicoterapia asistida por ordenador.
Estudios recientes han demostrado una eficacia de hasta el setenta por ciento en afectados por trastornos de ansiedad, como fobia social, o depresión. En España varios expertos consultados apuntan que podría ser de gran utilidad siempre y cuando se utilice para completar el tratamiento farmacológico y el psicoterapeuta haga un seguimiento continuo.
"El único requisito es que el enfermo tenga un ordenador en casa", apunta Cristina Botella, profesora de la Universidad Jaime I, de Castellón, y autora de uno de estos programas para tratar la fobia social, Háblame. En su investigación se randomizaron 77 pacientes, con una media de 24 años, durante un año. Una vez diagnosticado por el médico, el paciente recibe unas claves para entrar en el programa. A continuación, realizará un pequeño screening para conocer los detalles de su patología y después realiza un pequeño test para ver si ha entendido la información.
"Es mejor que un libro de autoayuda, porque está pensado para proteger y asegurarse de que la persona progresa adecuadamente", explica Botella. La periodicidad depende de cada caso. "Es una terapia psicológica basada en la evidencia, con pruebas de funcionamiento y eficacia muy estudiados", argumenta.
Javier García Campayo, psiquiatra del Hospital Miguel Servet, de Zaragoza en su centro, junto con otros hospitales españoles y universidades británicas, ha observado que esta aplicación informática disminuye en más del 80% la labor del psicoterapeuta, pero no la elimina del todo. De hecho, se ha demostrado que los programas de tratamiento en los que la intervención humana es nula se asocian a un mayor número de abandonos. "Hay un 30% que la deja, pero en la psicoterapia normal también hay un 20% de pérdidas", indica García Campayo.
Jerónimo Saiz, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, advierte de que este tipo de terapias pueden presentar algunos riesgos que el profesional tendrá que tener en cuenta antes de indicarlas. "Nuestra profesión exige el contacto directo y la relación cara a cara presenta muchas ventajas". Por otro lado, indica, el usuario puede hacer una interpretación errónea de las indicaciones que se le den o llevar a cabo un autotratamiento equivocado.
"Las intervenciones psicoeducativas deben ser mixtas, con un componente presencial y de contacto con el especialista y uno on line para reforzar lo aprendido", añade Eduard Vieta, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam).
Estudios recientes han demostrado una eficacia de hasta el setenta por ciento en afectados por trastornos de ansiedad, como fobia social, o depresión. En España varios expertos consultados apuntan que podría ser de gran utilidad siempre y cuando se utilice para completar el tratamiento farmacológico y el psicoterapeuta haga un seguimiento continuo.
"El único requisito es que el enfermo tenga un ordenador en casa", apunta Cristina Botella, profesora de la Universidad Jaime I, de Castellón, y autora de uno de estos programas para tratar la fobia social, Háblame. En su investigación se randomizaron 77 pacientes, con una media de 24 años, durante un año. Una vez diagnosticado por el médico, el paciente recibe unas claves para entrar en el programa. A continuación, realizará un pequeño screening para conocer los detalles de su patología y después realiza un pequeño test para ver si ha entendido la información.
"Es mejor que un libro de autoayuda, porque está pensado para proteger y asegurarse de que la persona progresa adecuadamente", explica Botella. La periodicidad depende de cada caso. "Es una terapia psicológica basada en la evidencia, con pruebas de funcionamiento y eficacia muy estudiados", argumenta.
Javier García Campayo, psiquiatra del Hospital Miguel Servet, de Zaragoza en su centro, junto con otros hospitales españoles y universidades británicas, ha observado que esta aplicación informática disminuye en más del 80% la labor del psicoterapeuta, pero no la elimina del todo. De hecho, se ha demostrado que los programas de tratamiento en los que la intervención humana es nula se asocian a un mayor número de abandonos. "Hay un 30% que la deja, pero en la psicoterapia normal también hay un 20% de pérdidas", indica García Campayo.
Jerónimo Saiz, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, advierte de que este tipo de terapias pueden presentar algunos riesgos que el profesional tendrá que tener en cuenta antes de indicarlas. "Nuestra profesión exige el contacto directo y la relación cara a cara presenta muchas ventajas". Por otro lado, indica, el usuario puede hacer una interpretación errónea de las indicaciones que se le den o llevar a cabo un autotratamiento equivocado.
"Las intervenciones psicoeducativas deben ser mixtas, con un componente presencial y de contacto con el especialista y uno on line para reforzar lo aprendido", añade Eduard Vieta, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam).