“Entre Objetos, Palacios y Caminos”

Colección de entrevistas al psicólogo Jorge Orrego Bravo que revelan por qué tu casa, tu mente y tu movimiento cuentan la misma historia.


“El futuro del bienestar será neurodiverso, somático y un poco digital… pero humano, siempre humano.”

Entrevista al psicólogo Jorge Orrego


Periodista.— Usted suele anticipar tendencias en psicología y coaching. Si yo fuera un profesional joven y le preguntara: “¿En qué especializarme para no llegar tarde al futuro?”, ¿qué me diría?

Jorge Orrego.— Que el futuro ya llegó, pero viene disfrazado de caos. La salud mental está saturada, la gente busca ayuda fuera del modelo clásico, y los cambios sociales están acelerando nuevas necesidades. Así que, si quieres adelantarte, debes mirar donde todavía hay silencio… y mucha demanda oculta.


Periodista.— ¿Por ejemplo?

Jorge Orrego.— La neurodiversidad. Es un tren que ya salió, pero aún va lento; queda mucho asiento libre. El TDAH en adultos, el autismo leve, las sensibilidades sensoriales, la disfunción ejecutiva ligera… Todo esto está emergiendo con fuerza. Y la gente necesita profesionales que entiendan que no todo es déficit, que hay formas distintas de funcionar. Quien trabaje desde la neuroinclusión será imprescindible.


Periodista.— ¿Neuroinclusión no suena un poco a moda?

Jorge Orrego.— Ojalá fuera solo moda. Es necesidad. Hasta ahora intentábamos que las personas se adaptaran a los entornos. Lo que viene es al revés: adaptar entornos, métodos, ritmos y expectativas a las personas reales. Es una revolución silenciosa. Y quien sepa acompañar a adultos neurodivergentes —especialmente en trabajo, relaciones y autoestima— tendrá mucho que aportar.


Periodista.— Usted menciona a menudo el papel del cuerpo. ¿También es tendencia?

Jorge Orrego.— Totalmente. La psicología somática, el movimiento, la regulación a través del cuerpo. Estamos viendo que no todo se resuelve hablando. Después de la pandemia, la gente entendió que su salud mental también pasa por cómo respira, cómo duerme, cómo se mueve y qué siente físicamente.
No es “yoga emocional”: es neurociencia aplicada. Y la demanda crece cada semana.


Periodista.— ¿Siente que la psicología tradicional se está quedando corta?

Jorge Orrego.— No es que se quede corta: es que está sola. La palabra sigue siendo fundamental, pero ahora sabemos que el trauma, la ansiedad, el estrés crónico y la desregulación implican al sistema nervioso entero. Así que verás cada vez más terapeutas y coaches formándose en regulación somática, ritmos bilaterales, respiración, grounding en movimiento. Y muchos clientes lo piden explícitamente: “Quiero algo más que hablar de mi infancia”.


Periodista.— ¿Y la parte tecnológica? ¿Los robots también nos van a escuchar llorar?

Jorge Orrego.— (Ríe) Algunos ya lo hacen. La salud mental digital crece a una velocidad brutal: apps, telepsicología, herramientas de IA para seguimiento emocional, programas híbridos de bienestar.
La clave no será reemplazar al terapeuta, sino ampliar el acceso. Mucha gente no necesita terapia semanal, pero sí apoyo ligero, recordatorios, ejercicios, acompañamiento entre sesiones.
El profesional que combine presencia humana + apoyo digital tendrá un modelo muy sólido.


Periodista.— Entonces: neurodiversidad, cuerpo, tecnología… ¿algo más?

Jorge Orrego.— Sí: el clima emocional del planeta. La eco-ansiedad, el duelo por el futuro, la incertidumbre global. Suena filosófico, pero está entrando en consulta cada día. Las nuevas generaciones viven el cambio climático no como noticia, sino como angustia vital. Habrá coaches y psicólogos especializados en psicología ecológica: cómo vivir con responsabilidad sin colapsar emocionalmente.


Periodista.— ¿Y en empresas? ¿El mundo laboral también está cambiando?

Jorge Orrego.— Radicamente. Las empresas ya no quieren líderes que solo sepan dar órdenes. Quieren líderes que regulen, que coeduquen, que entiendan diversidad cognitiva, bienestar, ritmo humano. El futuro del liderazgo será terapéutico en el buen sentido: presencia, modelo, coherencia.
El coaching organizacional va hacia culturas inclusivas, neurodivergentes, flexibles. No para mejorar la productividad —eso viene solo— sino para que la gente no se queme por el camino.


Periodista.— Si tuviera que elegir una sola tendencia para recomendar hoy, solo una, ¿cuál sería?

Jorge Orrego.— Neurodiversidad aplicada al bienestar cotidiano: relaciones, trabajo, identidad, regulación emocional. Es un campo joven, enorme, transversal y complejo. Y necesita profesionales que entiendan cuerpo, mente, entorno y tecnología.
Además, es un territorio ético hermoso: dejar de patologizar diferencias y empezar a diseñar apoyos reales.


Periodista.— ¿Y la segunda opción por si ya está lleno el primer carro?

Jorge Orrego.— Un híbrido irresistible: salud mental somática + digital ligera. Terapia y coaching que integren movimiento, cuerpo, regulación y apoyo tecnológico entre sesiones. Es moderno, práctico y científicamente sólido.


Periodista.— ¿Y usted? ¿A qué carro se subiría si tuviera 25 años?

Jorge Orrego.— A los dos. Estoy mayor, pero no tanto como para perderme el futuro.

“En 2030 la gente hará terapia caminando… y el cuerpo enviará notificaciones de actualización.”

Segunda parte de la entrevista al psicólogo Jorge Orrego


Periodista.— Profesor Orrego, en la primera parte me habló de tendencias hacia 2025. Ahora necesito más audacia. Predígame 2030 sin miedo al ridículo.

Jorge Orrego.— ¿2030? Perfecto. Total, si acierto diré que ya lo sabía, y si fallo diré que fue humor experimental.


1. SALUD MENTAL HÍBRIDA: HUMANO + IA + MOVIMIENTO

Periodista.— Empecemos por lo más jugoso: ¿qué pasará con la psicología?

Jorge Orrego.— En 2030 tendremos “salud mental híbrida”. Imagina esto:
tu reloj inteligente nota que estás rumiando más de la cuenta, detecta un microcambio en tu respiración y te dice:

—“Jorge, parece que estás entrando en bucle cognitivo. Camina 7 minutos. Te acompaño.”

Y tú caminas. Porque no obedeces a nadie, pero misteriosamente obedeces al reloj.


2. COACHING SOMÁTICO 2.0

Periodista.— Eso ya suena a futuro… ¿y el coaching?

Jorge Orrego.— El coaching se volverá somático sí o sí. Ya no será “¿qué objetivo tienes?”, sino:

—“Demuéstrame tu objetivo con tu postura corporal.”
—“Haz el movimiento de tu próxima decisión.”
—“¿Qué ritmo tiene tu semana emocional?”

Será raro al principio, luego natural. No hablaremos del cuerpo: escucharemos al cuerpo.


3. EL FIN DE LA HIPERCOGNICIÓN

Periodista.— Eso suena muy anti-intelectual.

Jorge Orrego.— No, suena anti-obsesivo. El futuro no es pensar más: es pensar mejor y con menos interferencias.
La psicología está empezando a reconocer que la rumiación es una interfaz defectuosa.
En 2030 nadie tendrá vergüenza de decir:
“Hoy no puedo pensar, estoy muy activado. Voy a trotar 12 minutos.”


4. PSICOLOGÍA DEL ENTORNO: DISEÑO QUE REGULA

Periodista.— ¿Qué más va a cambiar?

Jorge Orrego.— Los espacios: casas, oficinas, colegios. Todo estará diseñado para regular el sistema nervioso.
Luces, texturas, ritmos, zonas de silencio, micro-espacios de descarga motora, pasillos anchos para caminar conversaciones.

Habrá oficinas en las que las reuniones cruciales se hagan caminando por el edificio, como Aristóteles pero con tarjeta de acceso.


5. NEURODIVERSIDAD COMO NORMA SOCIAL

Periodista.— ¿Y la neurodiversidad?

Jorge Orrego.— En 2030 será como decir “soy zurdo”.
La pregunta no será:
“¿Tienes TDAH?”
sino
“¿Cuál es tu forma preferida de regular la atención?”
Habrá protocolos personalizados:

  • para los que piensan corriendo,

  • para los que necesitan pausas frecuentes,

  • para los que requieren estímulo,

  • para los que se saturan fácil.

La neurodiversidad dejará de ser etiqueta clínica y pasará a ser variable de diseño humano.


6. ECO-PSICOLOGÍA MAINSTREAM

Periodista.— ¿Y la ansiedad climática?

Jorge Orrego.— Será tan común como el estrés laboral.
Las ciudades tendrán programas públicos de “Regulación ecológica”:
actividades en la naturaleza, jardines terapéuticos, entrenadores emocionales verdes.
Sonará ridículo… hasta que funcione.


7. TERAPIA DE MOVIMIENTO AUTÓNOMO

Periodista.— Explíqueme esa.

Jorge Orrego.— Hoy creemos que caminar o correr ayuda a regular emociones.
En 2030 lo habremos formalizado:
Movimiento autónomo guiado: protocolos donde la persona camina/trota mientras se sincroniza con una secuencia de audio diseñada para modular activación, procesar memoria emocional ligera y reconectar la narrativa interna.

Es EMDR + sendero + playlist inteligente.
Científico, bonito, barato y sin efectos secundarios.


8. AUTOCONCEPTO DINÁMICO

Periodista.— Última pregunta técnica: ¿Cómo cambiará la identidad humana?

Jorge Orrego.— Será menos estática. Aprenderemos que “quién soy” depende del estado de mi sistema nervioso, del movimiento que practico, del entorno que habito y del tipo de acompañamiento que recibo.
Identidad como proceso, no como foto.
Y eso liberará a mucha gente que hoy cree estar rota cuando simplemente está desregulada.


9. AHORA HUMOR: prediga algo absolutamente improbable pero deseable.

Jorge Orrego.— En 2030 la gente se disculpará así:

—“Perdona, estaba un poco activado. Me voy a correr 8 minutos y vuelvo mejor.”

Y será socialmente aceptado.
Habrá una versión premium:
—“No fue personal, fue mi amígdala.”


10. Y algo todavía más improbable pero también deseable.

Jorge Orrego.— Los terapeutas empezarán las sesiones así:
—“¿Prefieres hablar sentado, caminando o trotando suave?”
Y los pacientes responderán:
—“Hoy trotemos, tengo un trauma pequeño.”


Periodista.— Me entusiasma y me asusta. ¿Y si en 2030 todo esto no sucede?

Jorge Orrego.— Entonces diré que se adelantó unos años.
O que estábamos demasiado regulados como para notarlo.


“En el fondo, todos vivimos dentro de un videojuego fenomenológico.”

Entrevista al psicólogo Jorge Orrego Bravo


Periodista.— En nuestra última conversación habló de movimiento, trauma, neurodiversidad… Hoy quiero llevarlo a otro terreno. Hay quien dice que usted logró conectar a Heidegger con Marie Kondo, los palacios de la memoria y los videojuegos. ¿Eso es serio o está jugando a filósofo pop?

Jorge Orrego Bravo.— (Ríe) Es completamente serio y, al mismo tiempo, un juego. Lo cual, por cierto, es la mejor forma de pensar. Cuando uno mezcla a Heidegger con Marie Kondo no obtienes filosofía doméstica, obtienes una teoría sorprendentemente actual sobre cómo ordenamos el mundo y cómo el mundo nos ordena la vida.


I. HEIDEGGER LIMPIA LA CASA (SIN SABERLO)

Periodista.— Empecemos por Heidegger. ¿Qué tiene que ver su filosofía con ordenar cajones?

Jorge Orrego Bravo.— Todo. Heidegger decía que el ser humano no vive en la cabeza, sino entre cosas. Somos seres que habitan un mundo de objetos útiles: la taza, la llave, el lápiz. Él lo llamaba “útiles”, pero en realidad hablaba de algo más profundo: tu vida tiene la forma del orden de tus cosas.
No son cosas: son relaciones.

Marie Kondo, sin haber estudiado fenomenología, dice básicamente lo mismo: que el modo en que organizas los objetos es el modo en que organizas tu ser-en-el-mundo.


II. MARIE KONDO Y LA FENOMENOLOGÍA AFECTIVA

Periodista.— ¿Está diciendo que Marie Kondo es una filósofa sin saberlo?

Jorge Orrego Bravo.— Es una fenomenóloga afectiva sin diploma. Lo que hace es preguntarte: “¿Este objeto te produce alegría o te roba espacio vital?”
Eso es pura introspección fenomenológica. Cada objeto es un estado afectivo encapsulado. El orden no es estético: es emocional. Al tirar cosas, tiras versiones caducas de ti. Al conservar algo, conservas un vínculo con tu identidad.


III. LOS PALACIOS DE LA MEMORIA: ARQUITECTURA INTERNA

Periodista.— ¿Y los palacios de la memoria? ¿Dónde entran en esta mudanza filosófica?

Jorge Orrego Bravo.— Los palacios de la memoria son la prueba de que la mente piensa en arquitectura. Ponemos ideas en habitaciones imaginarias, caminamos mentalmente por ellas, abrimos puertas.
Así recordamos, así narramos, así pensamos.

Cuando guardas un recuerdo doloroso, suele quedar en un pasillo oscuro. Cuando recuerdas un logro, está en una sala iluminada. La mente se organiza como una casa.

Y cuando Marie Kondo te manda ordenar tu casa… está ayudando indirectamente a ordenar tu palacio mental.


IV. VIDEOJUEGOS: EL NUEVO MODELO DE LA SUBJETIVIDAD

Periodista.— Me falta la pieza más excéntrica: los videojuegos. ¿Qué pintan aquí?

Jorge Orrego Bravo.— Los videojuegos son la metáfora perfecta de cómo funciona la subjetividad moderna. Mira cualquier juego de rol:

  • tienes un inventario,

  • tienes un mapa,

  • tienes habitaciones,

  • tienes objetos con significado,

  • tienes zonas que visitar,

  • tienes otros espacios que aún no puedes abrir.

Tu identidad funciona igual. Es como si viviéramos en un RPG emocional. Cada objeto importa no por lo que es, sino por el rol que cumple. Y eso es Heidegger puro.


V. EL MODELO NUEVO: EL INVENTARIO EXISTENCIAL

Periodista.— Usted propone un concepto: Inventario Existencial. ¿De qué se trata?

Jorge Orrego Bravo.— Es la idea de que nuestra identidad es un inventario de objetos, afectos, recuerdos, espacios y roles, repartidos entre tres mundos:
el físico, el mental y el digital.

1. Inventario material

Tu casa. Tus objetos. Tus cajones. Lo que eliges conservar es tu relato: lo que ya no eres, fuera; lo que eres, dentro.

2. Inventario mental

Tu palacio de la memoria. Habitaciones internas, pasillos, luces. Lugares donde colocas recuerdos significativos.

3. Inventario digital

Tus fotos, tus pantallas, tus videojuegos, tu escritorio virtual. Hoy este inventario dice más sobre ti que tus estanterías.

Los tres forman tu estructura subjetiva. Cuando uno cambia, los otros cambian.


VI. LOS OBJETOS COMO EXTREMIDADES EMOCIONALES

Periodista.— ¿Tan importantes son los objetos? Uno creería que el yo es más abstracto.

Jorge Orrego Bravo.— No. El yo se compone de objetos. Son como extremidades emocionales externas. Cuando alguien guarda una entrada de cine que ya ni recuerda, no guarda papel: guarda una versión de sí mismo.

Heidegger decía que entendemos el mundo “a través de los útiles”. Kondo dice que entendemos el mundo “a través de lo que nos da alegría”.
Yo digo que entendemos quiénes somos a través del inventario de aquello que decidimos sostener con la mano, la mente o el corazón.


VII. VIDEOJUEGOS COMO PALACIOS DE LA MEMORIA MODERNOS

Periodista.— ¿Puede desarrollar más esa tesis? Porque suena atrevida.

Jorge Orrego Bravo.— Los videojuegos son los nuevos palacios de la memoria.
En el Renacimiento usábamos pasillos imaginarios. En 2025 usamos mapas digitales.
Cada zona explorada es una metáfora de conocimiento adquirido.
Cada objeto nuevo desbloquea habilidades.

En los videojuegos, si algo no te sirve… lo sueltas.
Marie Kondo estaría orgullosa.


VIII. EL ORDEN EXTERNO COMO TERAPIA INTERNA

Periodista.— ¿Esto tiene implicaciones terapéuticas o es solo filosofía entretenida?

Jorge Orrego Bravo.— Tiene implicaciones enormes.
Cuando una persona ordena su casa, no está ordenando “cosas”: está reorganizando su inventario existencial.
Cuando reordena su escritorio digital, está rediseñando su narrativa.
Cuando juega videojuegos, está practicando versiones simbólicas de resolución interna.

El orden externo es terapia, pero no por limpieza, sino por reconfiguración fenomenológica.


IX. ¿QUÉ DICE ESTO SOBRE LA MENTE HUMANA HOY?

Periodista.— ¿Qué revela esta teoría sobre cómo vivimos ahora?

Jorge Orrego Bravo.— Que nuestra subjetividad ya no se limita ni a la mente ni al cuerpo: incluye objetos, entornos y pantallas.
Vivimos en una arquitectura híbrida:
física + mental + digital.

Nuestro ser ya no cabe en un solo espacio.
Por eso necesitamos modelos que integren los tres mundos.


X. EL FUTURO: PSICOLOGÍA DEL INVENTARIO

Periodista.— ¿Ve un futuro en el que esta idea se convierta en un método formal?

Jorge Orrego Bravo.— Absolutamente. Imagino terapias donde el paciente recorra su casa, su disco duro, sus recuerdos y su avatar digital. Donde se haga una lectura fenomenológica de cada objeto, carpeta o habitación.

Un terapeuta del futuro podría preguntarte:

—¿Por qué guardas este archivo?
—¿Qué historia hay detrás de este objeto?
—¿Qué habitación de tu mente evita que explores?
—¿Qué nivel de tu “videojuego” emocional aún no desbloqueas?

Sería una psicología más honesta con cómo vivimos realmente.


XI. LA IDEA FINAL: TU VIDA ES UN VIDEOJUEGO FENOMENOLÓGICO

Periodista.— ¿De verdad cree que vivimos en algo parecido a un videojuego?

Jorge Orrego Bravo.— Creo que vivimos en muchos.
El físico, el mental y el digital.
Cada uno tiene inventario, misiones, enemigos internos, zonas oscuras, pasillos iluminados, objetos que te ayudan, otros que te frenan.
Tu vida funciona como un RPG: reconfiguras tu inventario y reconfiguras tu personaje.


XII. UNA FRASE PARA RESUMIR TODO ESTO

Periodista.— ¿Una frase que represente su teoría?

Jorge Orrego Bravo.— Sí:
“La identidad es el arte de ordenar los mundos donde vives: tu casa, tu mente y tu pantalla.”



“Somos imitadores profesionales: primero copiamos, luego elegimos quiénes queremos ser”

Entrevista al psicólogo Jorge Orrego


Periodista.— Usted habla de que gran parte de nuestra vida es una coreografía de imitaciones. ¿De verdad somos tan poco originales?

Jorge Orrego.— No es que seamos poco originales, es que somos profundamente humanos. Nuestra especie está programada para aprender observando. No se trata solo de copiar gestos o palabras: imitamos expectativas, miedos, valentías… Incluso imitamos cómo nos imaginamos el futuro. Estamos empapados —literalmente empapados— de otros.


Periodista.— ¿Empapados?

Jorge Orrego.— Empapamiento es una palabra maravillosa. Sugiere que no siempre elegimos qué absorbemos. Basta convivir, mirar, escuchar. Nos impregnamos de estilos emocionales, tonos de voz, modos de estar. Es silencioso, es profundo y casi siempre pasa desapercibido. Y, lo queramos o no, determina quién creemos que podemos ser.


Periodista.— Sorprende que un fenómeno tan decisivo no sea más reconocido. Usted suele recordar los experimentos con muñecos inflables, ¿no?

Jorge Orrego.— Sí, esos experimentos son casi una parábola moderna. Un grupo de niños ve a un adulto maltratar un muñeco: golpes, patadas, gritos. Más tarde, cuando los dejan jugar, repiten la escena con la precisión de un relojero. Algunos incluso la exageran. Eso nos mostró algo que hoy parece obvio: observar es aprender. No hace falta que nadie nos premie o castigue. Basta un modelo.


Periodista.— Pero seguimos subestimando ese proceso.

Jorge Orrego.— Porque nos gusta imaginar que decidimos todo racionalmente. Pero no es así. El primer motor psicológico es la imitación; la conciencia llega después. Primero nos comportamos como alguien, y después inventamos la explicación de por qué lo hacemos. Nuestro sistema nervioso es un gran antena: capta, registra y reproduce.


Periodista.— Entonces ¿somos rehenes de los modelos que nos rodean?

Jorge Orrego.— Al principio sí. Un niño no elige a sus modelos. Observa, se empapa y actúa. Pero la madurez consiste justamente en algo: empezar a elegir a quién dejamos que nos modele. Ese es un acto de libertad profunda. Sin esa elección, seguimos funcionando con repertorios heredados, algunos útiles, otros tóxicos.


Periodista.— ¿Qué hace que un modelo sea imitable?

Jorge Orrego.— Dos factores: atención y afinidad. Nos fijamos en quien destaca, fascina o inquieta. Y tendemos a imitar a quienes percibimos parecidos a nosotros. Cuando alguien “como yo” logra algo, nuestra mente dice: “Entonces yo también puedo”. Ese es el corazón del aprendizaje vicario: no imitamos la conducta; imitamos la posibilidad.


Periodista.— Usted dice que la imitación construye la identidad.

Jorge Orrego.— Sí. Nuestra identidad es un collage de modelos internalizados. Un profesor que creíamos olvidado, un hermano mayor, un personaje de una novela, un jefe que nos enseñó cómo no ser… En la construcción del yo, la imitación es el ladrillo, y la conciencia es el arquitecto que llega tarde, pero que llega.


Periodista.— ¿Y qué ocurre hoy, en la era de las pantallas? ¿Se amplifica el fenómeno?

Jorge Orrego.— Enormemente. Antes teníamos tres o cuatro modelos cercanos. Hoy un adolescente puede ver cientos al día. No solo observa personas: observa versiones editadas, estilizadas, algoritmizadas. Modelos pensados para capturar atención. Y ya sabemos que lo que capta atención, modela. La pregunta no es “¿imitan los jóvenes?”, sino “¿a quién les estamos pidiendo que imiten sin darnos cuenta?”.


Periodista.— ¿Podemos defendernos de esa avalancha?

Jorge Orrego.— No se trata de defenderse, sino de curar la selección de modelos. Igual que cuidamos lo que comemos, deberíamos cuidar a quién dejamos entrar en nuestra vida mental. La calidad de nuestras imitaciones determina la calidad de nuestras decisiones. Elegir buenos modelos es una forma de higiene psicológica.


Periodista.— ¿Qué es un “buen modelo”?

Jorge Orrego.— Alguien que muestra procesos, no solo resultados. La cultura actual idolatra el éxito final, pero eso no enseña nada. Un buen modelo enseña cómo piensa, cómo gestiona la frustración, cómo repara un error, cómo trata a los demás. No es glamuroso, pero es formativo. Los imitadores —que somos todos— necesitamos ver las costuras, no solo el traje.


Periodista.— ¿Y un mal modelo?

Jorge Orrego.— El que seduce pero no enseña. El que muestra resultados irreales. El que normaliza la comparación constante. El que promete atajos. O el que ofrece identidad sin esfuerzo personal. La imitación puede ser medicina o veneno.


Periodista.— Suena a responsabilidad colectiva.

Jorge Orrego.— Lo es. Somos modelos unos para otros siempre, incluso cuando no lo queremos ser. En un grupo, en una familia, en una empresa, en redes… alguien observa. Alguien se está empapando. Y alguien decidirá su siguiente movimiento a partir de lo que nos ha visto hacer.


Periodista.— ¿Diría que la clave de crecer es aprender a imitar mejor?

Jorge Orrego.— Exacto. Crecer es afinar tres preguntas:

  1. ¿A quién observo?

  2. ¿Qué me está enseñando de verdad?

  3. ¿Qué versión de mí estoy imitando sin saberlo?

Si respondemos a eso con honestidad, dejamos de copiar por inercia y empezamos a modelar nuestra propia vida. Y eso sí que es originalidad.


“La esperanza no se pierde: se desentrena. Y se puede reentrenar.”

Entrevista al psicólogo Jorge Orrego


Periodista.— Usted dice que muchos adultos con TDAH no llegan a consulta por los síntomas, sino por algo más hondo: la sensación de que “ya no vale la pena intentarlo”. ¿Es así?

Jorge Orrego.— Exactamente. El TDAH del adulto no es solo dificultad para concentrarse. Es la historia de haber intentado una y otra vez sin conseguir lo esperado. Y cuando alguien repite demasiadas veces esfuerzos que no funcionan, el cerebro aprende un mensaje devastador: “No importa lo que haga, fallaré igual”. Eso es desesperanza aprendida.


Periodista.— ¿Y ese aprendizaje se vuelve más fuerte que el propio TDAH?

Jorge Orrego.— Muchas veces sí. Porque ya no es un problema de atención, sino de identidad. Si durante años has escuchado “pon más voluntad”, “eres despistado”, “no te organizas porque no quieres”… acabas creyendo que el problema eres tú. El adulto con TDAH no solamente lucha con tareas: lucha con la narrativa de ser insuficiente. Y esa narrativa pesa más que cualquier despiste.


Periodista.— Usted insiste en la importancia de la aceptación, pero parece un concepto ambiguo. ¿Aceptar qué?

Jorge Orrego.— Aceptar no es rendirse. Es dejar de pelear con un cerebro que funciona distinto y empezar a trabajar con él. Aceptar significa reconocer que no eres perezoso, ni débil, ni caótico por gusto. Que tienes un patrón neurocognitivo que necesita otras estrategias. Y cuando dejas de culparte, aparece algo fundamental: la posibilidad de actuar.


Periodista.— ¿La acción es más importante que la esperanza?

Jorge Orrego.— La esperanza no se recupera antes de actuar; se recupera después. La desesperanza aprendida es una falta de entrenamiento en eficacia. Para desactivarla, la persona necesita experiencias reales de “esto sí me resulta”. Pequeñas, muy pequeñas al principio. Pero tangibles. La acción es el remedio.


Periodista.— ¿Cuáles son esas acciones?

Jorge Orrego.— Acciones diseñadas para un cerebro con TDAH, no para un manual de productividad. Por ejemplo:
– Tareas divididas en partes diminutas.
– Timers y entornos que induzcan el comienzo sin exigir motivación.
– Recompensas frecuentes, porque la dopamina del TDAH funciona en ráfagas.
– Pedir ayuda en el proceso, no en el resultado final.
– Y una que pocas veces se menciona: imitar a alguien que ya sabe gestionar su atención.


Periodista.— ¿Imitar? ¿Como un aprendizaje vicario?

Jorge Orrego.— Exacto. Muchas personas con TDAH han tenido que aprender solas. Pero cuando pueden ver —no solo escuchar, sino ver— cómo otra persona organiza una mañana, afronta una tarea difícil, se frustra y vuelve a intentarlo… están recibiendo una experiencia vicaria de eficacia. Es como si su cerebro dijera: “Ah, entonces es posible. Y así se hace”.


Periodista.— Eso suena muy cercano a la idea de la autoeficacia.

Jorge Orrego.— Lo es. Un adulto con TDAH no necesita optimismo; necesita evidencia. No frases motivacionales, sino experiencias concretas de control. Cuando aprende que puede empezar por algo muy pequeño, que puede usar su hiperfoco como aliado, que puede apoyarse en herramientas externas, que puede pedir apoyo… la sensación de incapacidad empieza a desmoronarse. No desaparece el TDAH, desaparece la conclusión equivocada de que “no puedo”.


Periodista.— ¿Y qué papel juega la identidad en todo esto?

Jorge Orrego.— Total. Durante años, muchas personas han construido su identidad sobre errores acumulados. Se ven a sí mismas como “desastrosas”, “incumplidas”, “caóticas”. El tratamiento psicológico no consiste solo en enseñar técnicas, sino en reconstruir la biografía interna: pasar del “soy así” al “funciono así, y puedo adaptarme”. Es una diferencia enorme.


Periodista.— ¿Podría decirse que el TDAH no elimina las posibilidades, solo las desordena?

Jorge Orrego.— Qué buena frase. Sí. El TDAH no destruye capacidades; las dispersa. Hace que estén todas, pero mezcladas, en distinto orden, en distinto ritmo. Parte de la terapia consiste en ayudar a la persona a reconocer sus fuerzas: creatividad, intuición, hiperfoco, sensibilidad. El TDAH del adulto no es un déficit de talento; es un desafío de gestión.


Periodista.— ¿Y la desesperanza aprendida? ¿Se cura?

Jorge Orrego.— Se desaprende. Igual que se aprendió mediante repetición de fracasos, se reentrena mediante repetición de pequeñas victorias. Nadie recupera la esperanza mirando al techo. Se recupera haciendo algo —pequeño, concreto— que te demuestra que puedes mover la aguja de tu vida. La esperanza no es un sentimiento: es una consecuencia.


Periodista.— ¿Qué les diría a los adultos que viven desde hace años con la sensación de estar fallando?

Jorge Orrego.— Que no están fallando: están intentando funcionar sin habérseles entregado su manual de instrucciones. Una vez que lo reciben —a través de diagnóstico, psicoeducación, estrategias, apoyo— su vida cambia. No mágicamente, pero sí profundamente. Porque empiezan a actuar desde las posibilidades reales, no desde la culpa.

“El cuerpo tiene mejor memoria que nosotros. Y mejores ideas.”

Entrevista al psicólogo Jorge Orrego


Periodista.— Usted afirma que, cuando alguien está disparado emocionalmente, no siempre necesita pensar… sino caminar. Suena un poco herético para un psicólogo, ¿no?

Jorge Orrego.— (Ríe) Sí, es una frase peligrosa en mi gremio. Pero es cierta. Cuando un trigger te secuestra, la corteza prefrontal —esa zona tan razonable— se va de vacaciones sin avisar. Y tú te quedas con la emoción haciendo huelga en la puerta del sistema nervioso. Intentar “pensar mucho” en ese estado es como discutir con un toro en pleno embiste. Preferible moverse a un lado, respirar y… caminar.


Periodista.— Dice caminar como quien dice “pasar la página”.

Jorge Orrego.— Caminar es pasar la página con las piernas. El movimiento rítmico regula el cerebro como si estuvieras enviando señales bilaterales: derecha—izquierda—derecha—izquierda. Es una forma suave de recordarle al sistema nervioso que hay un mundo más allá del túnel emocional.


Periodista.— ¿Y correr? ¿Es la versión premium?

Jorge Orrego.— Correr es interesante porque activa un programa evolutivo básico: “Si corro, es que tengo salida”. Muchas personas traumatizadas nunca pudieron huir en el momento original: quedaron congeladas. Correr, años después, aunque sea cinco minutos, le da al cuerpo la experiencia de “esta vez sí puedo moverme”. No es metáfora: es literal.


Periodista.— ¿Está diciendo que el cuerpo termina historias que la mente dejó a medias?

Jorge Orrego.— Exactamente. El trauma es un movimiento interrumpido. Algo que no pudo completarse: huir, gritar, empujar, pedir ayuda. El cuerpo recuerda esa media frase. Caminar o correr no borran la historia, pero le permiten al sistema completar su “punto final”.


Periodista.— No suene tan místico… ¿hay ciencia en todo esto?

Jorge Orrego.— Demasiada. Desde la estimulación bilateral del EMDR hasta la neurogénesis inducida por ejercicio aeróbico. Hay ensayos clínicos con veteranos, estudios de correlación con población civil, investigaciones sobre ansiedad, sobre depresión… Y casi todos apuntan a lo mismo: el movimiento rítmico regula, flexibiliza, desbloquea. La ciencia moderna está descubriendo lo que los humanos sabían desde la prehistoria: que se piensa mejor andando y se sana mejor moviéndose.


Periodista.— Imagino a un terapeuta diciendo a su paciente: “¿Has probado trotar un poco cuando recuerdes el trauma?”
Parece un meme.

Jorge Orrego.— (Ríe) Lo sé, pero es más serio de lo que suena. No le digo a nadie que corra de sus problemas. Le digo que corra acompañado de ellos, sin dejar que los problemas conduzcan el coche. Es muy diferente. No se trata de evadir la emoción, sino de no dejar que te inmovilice. Correr con el monstruo a tu lado, no delante ni encima.


Periodista.— ¿Y funciona?

Jorge Orrego.— Funciona para casos no graves, y como complemento para los más complejos. He visto personas que, cuando sienten que se activa un disparador, salen a caminar diez minutos. No hablan, no analizan, no huyen. Solo caminan mientras sienten. Y vuelven más reguladas.
No han resuelto su vida, pero han recuperado el volante.


Periodista.— ¿Qué es eso de “recuperar el volante”?

Jorge Orrego.— Cuando hay trauma, el cuerpo reacciona antes que tú. Es como ir en un coche donde la emoción tiene las llaves y tú solo agarras el espejo retrovisor. El movimiento —caminar, correr— le recuerda al cuerpo: “Oye, sigo aquí. Podemos movernos juntos”. Es un acto de agencia. Pequeño pero decisivo.


Periodista.— ¿Y qué pasa con quienes dicen: “No quiero sentir lo que siento, correr solo me distraería”?

Jorge Orrego.— Les digo que no corran para distraerse, sino para regularse. No evitamos el sentimiento: lo acompañamos. Es como caminar con un niño asustado de la mano. No le dices “tranquilo, no pasa nada”, sino “ven, caminemos mientras pasa lo que pasa”.


Periodista.— Hay gente que cuando tiene ansiedad se queda inmóvil mirando el móvil.

Jorge Orrego.— Sí, es el equivalente moderno a quedarse petrificado delante de un tigre, solo que el tigre es un mensaje de WhatsApp. La quietud es útil para la meditación, pero no siempre para el trauma. A veces necesitamos movimiento antes que significado.


Periodista.— Entonces… ¿qué recomienda a alguien que siente un trigger leve?

Jorge Orrego.— Tres pasos simples:

  1. Darse cuenta: “Se activó algo en mí”.

  2. Mover el cuerpo: caminar, correr suave, ritmo continuo 10–20 minutos.

  3. Integrar después: escribir, hablar, reflexionar.
    Primero la biología, luego la filosofía.


Periodista.— Suena poético.

Jorge Orrego.— El trauma exige poesía. Los hechos duros se digieren mejor en movimiento y con metáforas. Y humor, que también regula.


Periodista.— ¿Humor?

Jorge Orrego.— Sí. Cuando un paciente me dice: “Cada vez que me disparo, camino como si mi cuerpo tuviera un plan mejor que yo”, yo le respondo: “Es que lo tiene”. El cuerpo es más humilde y más sabio que la mente. Y no presume de serlo.


Periodista.— Para cerrar: ¿una frase para quienes se sienten atrapados en sus emociones?

Jorge Orrego.— Sí: “No necesitas claridad para avanzar. A veces avanzar es lo que te da claridad.”
Caminar no resuelve el trauma, pero te saca del sitio donde el trauma quiere dejarte.

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